MONSTRUOS , BALLENAS ,BICHOS Y PLAGAS

Esta nota publicada en clarín el 31-01-16 combina literatura , cine y realidad ,nos lleva de la mano a los recuerdos y nos trae abrupta mente al presente mostrándonos un monstruo diminuto ,pero con poderes mortales , que cada uno de nosotros alimenta en nuestra propia casa con alarmante poder de reproducción...

Los monstruos vienen cada vez más chiquitos

Disparador

  • Marcelo Moreno
Pueden llamarme Ismael”. Así –traducción más, traducción menos- comienza una de las novelas más geniales, enormes, apasionantes y a la vez tediosas de la literatura. En “Moby Dick”, el norteamericano Herman Melville personificó al Leviatán, al Mal en forma de enorme ballena blanca. La tensión entre la espera interminable hasta la aparición del mortífero bicho y la batalla a muerte que mantiene con él el capitán Ahab, a quien el cetáceo en otra expedición le había masticado una pierna, atraviesa una obra de arte llena de inmensas calmas, porque también es una obra sobre el mar.
En algunos cines de Buenos Aires sigue en cartel “En el corazón del mar”, película dirigida por Ron Howard, que cuenta la historia del “Essex”, un buque ballenero que partió en 1819 del puerto de Natucket, en la costa este de Estados Unidos, y que a los quince meses en el medio del Pacífico fue hundido por una ballena gigante. Si el cetáceo simplemente respondió a un par de arponazos medio antipáticos o si actuó porque le agarró la chiripiorca está por verse, más allá de la versión del filme. Lo cierto es que hubo 21 sobrevivientes al naufragio que tuvieron que remarla y largo en botes salvavidas hasta ser rescatados. Rescatados dos, porque del resto quedaban huesos. Los horrores del canibalismo humano, entre personas que se llamaban civilizadas, habían sido bastante más horrendos que la furia inconsciente de un animal grandote.
Hay pocas dudas de que el fin del “Essex” fue el que inspiró al neoyorkino Melville para concebir esa aventura monumental que desafiaba todo lo concebible y que se publicó en 1851. Hasta del mismo puerto parten tanto el buque real como el de ficción. Además, Melville había estado embarcado en dos naves balleneras. El tema, en suma, lo conocía como para urdir con maestría el completo fracaso comercial y personal que significó “Moby Dick”.
En Estados Unidos muchos apostaron a que la verdadera historia del cachalote maldito fuera el rival de la nueva entrega de “Star Wars”, que no tardó en sepultarla en el olvido. Al parecer el error fue de tiempo.
Lo que era un monstruo feroz y pesadillesco en la mitad del siglo XIX e incluso hasta mediados del XX, es “un animalito de Dios” a principios de un siglo XXI que ha entendido, y con razón, la razón ecológica. Que ha aprendido que el animal más depredador del que se tenga noticia en la historia es el hombre, quien ha desarrollado una capacidad de destrucción tal que hoy puede aniquilar el mundo en segundos nucleares y que arrasa al planeta, lenta pero inexorablemente, con el calentamiento global.
Los animales, que al fin han sido un poco estudiados en vez de maltratados y masacrados de las más crueles formas como es costumbre, en muchos países ya tienen derechos y la extinción de muchas especies –entre ellas, la de la llamada ballena azul- conforma la cara más sensible y patética de la aniquilación del medio ambiente. Y que esto ya forma parte de un sofisticado sistema de suicidio de la humanidad no es un secreto para nadie, ni para las Naciones Unidas, que se desvive pidiendo acciones para frenar el “naturalicidio” en marcha.
Hoy, las ballenas son simpatiquísimos y sin duda pacíficos grandulones a los que constituye un privilegio avistar y por las cuales, si llegan a quedar varadas en alguna playa, poblaciones enteras se movilizan para asistirlas.  Hoy el verdadero enemigo es mínimo y tiene el nombre de un mosquito. Ese que desparrama por casi toda América y media argentina las diez plagas de Egipto y alguna más. Y que se reproduce, chocho, al calor del calentamiento global.
FUENTE :  Clarín
Fotos ; GOOGLE

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