PAYAMEDICOS: HUMOR , AMOR Y ALEGGRIA

29 DE NOVIEMBRE DESDE PLAZA FRANCIA PAYAMARCHA DEL AMOR Y LA ALEGRIA
Sábado 29 de Noviembre a las 17 hs. De la Facultad de Medicina a Plaza Francia.
Invitamos a todos los amigos a ponerse una nariz y marchar con nosotros no para reclamar lo que nos falta, si no para desplegar lo que podemos.
La Payamarcha se realiza simultaneamente en todos los puntos del país donde hay Payamédicos: Buenos Aires, La Plata, Bahía Blanca, Neuquén, Rosario, Salta y Chaco. La foto de este mail corresponde a la última Payamarcha en Salta.
Recorrido: Concentramos en la Facultad de Medicina de la UBA a las 17 hs,(Paraguay y Junín) si traen vestuario pueden cambiarse en la facultad, sino, nosotros proveemos narices, si no te animás a ponertela igual podés acompañarnos. Cruzamos en diagonal la plaza Houssay, tomamos Córdoba hasta Callao de allí seguimos hasta Las Heras, Junín y así llegamos a Plaza Francia. Porfi: difundir esta payainformación. Aquí les adjuntamos el Payamanifiesto: PAYAMANIFIESTO Una marcha con buena Onda. Marchamos porque nos interesa mostrar una práctica y una manera de vincularnos con los otros, que queremos propagar como una risa contagiosa, como una melodía pegadiza.No marchamos en contra de nadie sino a favor de todos Sin intención de protestar por algo ni reclamar nada, solo celebrar la vida e intentar tentar, de risa a los demás.No vamos a acostumbrarnos a las terribles imágenes del mundo actual. No queremos ver más pobreza, más violencia, más tristeza. Para construir una sociedad mas justa en el futuro, antes de cualquier disquisición ideológica, religiosa o política, debemos ser mejores personas hoy.Lo peor, lo salvaje del ser humano, lo vemos todos los días, nosotros apostamos a que prospere lo maravilloso, que crezca la sensibilidad, que broten las pasiones alegres, que proliferen los lazos tiernos, el amor al prójimo, y al que no es tan prójimo también. Los payamédicos lo practicamos todos los días en los hospitales donde forjamos una medicina mas humana, donde trazamos arco iris de colores en las paredes grises y armonías alegres sobre el “silencio hospital”. Sabemos que hay muchos otros “minoritarios” diseminados por el mundo que, anónimos desde sus lugares, todos los días desparraman amor y su expresión social: La solidaridad. Tal vez parezcamos locos, pero no somos los únicos.
CON AMOR SE PUEDE CAMBIAR EL MUNDO .
A continuaciòn un articulo de Clarìn .com nos define quienes son y como trabajan LOS PAYAMEDICOS
“Payamédicos” argentinos, ciencia y risas en el hospital
Son médicos que se disfrazan de payasos para ayudar a chicos y adultos con diferentes patologías en situaciones de internación. Lo teatral se ajusta a lo terapéutico con el objetivo de mejorar la calidad emocional de los pacientes. María Farber ('conexiones@claringlobal.com.ar La propuesta tiene dosis altas de ternura. Lo que sea necesario para hacer de un hospital un lugar en el que la fantasía, la risa y la calidez también tengan su espacio. Así, el “estetosflorio”, mitad estetoscopio, mitad flor, sirve para escuchar el corazón de los pacientes y distingue a los Payamédicos. Es que más que nada, un payamédico, mitad payaso, mitad médico, tiene como propósito atender el corazón, no tanto el músculo como el otro, que se dibuja con colorado y sirve para enamorarse. En el 2003 se constituyó como asociación sin fines de lucro, pero los Payamédicos empezaron su trabajo hacia fines del 2002, cuando José Pellucchi, del servicio de Terapia Intensiva del Hospital de Gastroenterología Bonorio Udaondo y Andrea Romero, del servicio de Psicopatología Infanto-Juvenil del Hospital de Clínicas reunieron sus inquietudes y decidieron utilizar la técnica de clown para ayudar a los pacientes internados. El resultado fue original: a diferencia de las muchas organizaciones de payasos de hospital que existen en el mundo, los Payamédicos son, efectivamente, médicos. Su propuesta tiene un principio y un fin terapéuticos. “En otros países del mundo el objetivo del payaso es recreativo, que el paciente se olvide de que está en un hospital. Para nosotros hay algo de eso también, pero estamos atravesados por la teoría y la ciencia. Hacemos un seguimiento de los pacientes y de su historia clínica, los visitamos regularmente. Entendemos que atraviesan un proceso, y nos metemos profundamente en sus conflictos, siempre desde lo estético, el paciente nunca se da cuenta”, explica Pellucchi. La risa, con sus tan publicitados poderes terapéuticos, forma parte de la tarea de un payamédico, pero no la define. “Es un recurso, siempre vamos a intentar que el paciente se divierta, pero no es lo único”, señala Romero. “Apuntamos a mejorar su calidad emocional, y eso abarca mucho más. Si entendemos que la internación es potencialmente traumática, nuestra intervención también involucra colaborar con los momentos de catarsis que es el primer paso en la elaboración de cualquier situación traumática”. Y eso implica en algunos casos sacarse la nariz y poner el hombro. “Esperamos hasta que el paciente dice algo, quiebra con la situación de llanto, para darle una salida divertida. Lo que hacemos es desdramatizar, pero con mucho cuidado”, dice Pellucchi. “Así como las medicaciones tienen un rango que va desde la dosis terapéutica a la que produce efectos adversos, nosotros sabemos que desdramatizar requiere mucho cuidado para que no sea tomado como una burla”. Sandra de 39 años llegó al Udaondo para Navidad, y allí pasó las fiestas con su familia. Hace tres meses que está internada, pero ahora acaba de salir de terapia intensiva y su recuperación es auspiciosa. Los Payamédicos le regalaron un anillo, con piedritas violetas, su color preferido. “Cuando peor estaba era cuando más venían”, dice Sandra, “No me olvido más que una vez llegaron y estaba llorando…se me pasó, ellos te levantan. Escuché que hay un curso para ser payamédico; les dije que me avisen cuando empiece, porque lo voy a hacer, me encataría”. Para Ángel, su marido, los Payamédicos cumplieron un rol importante en la recuperación de Sandra: “Yo sabía que el día en que ellos venían ella estaba mejor. Es muy bueno lo que hacen. Siempre con un obsequio, hacerla reír, darle fuerza. Uno se acostumbra a esperarlos, y eso que somos adultos”. Hoy por hoy los Payamédicos son veinte y trabajan con niños en el Clínicas y con adultos en el Udaondo. También hacen visitas a otros hospitales. No reciben ningún pago por su trabajo, pero entregan su tiempo, llevan disfraces, regalos, y un interés genuino por el prójimo y su bienestar. La mayor parte de ellos son estudiantes de medicina y psicología, también hay algunos artistas, pero todos reciben un entrenamiento que los prepara para desempeñarse con pacientes internados. Pellucchi dicta cursos de payaso de hospital y allí tiene su semillero. “En este momento hay más o menos 600 personas en todo el país que quieren incorporarse a Payamédicos y en todos los hospitales nos piden que vayamos”, señala Pellucchi, “pero no podemos porque somos dos los que supervisamos esto, tenemos otros trabajos y no podemos dedicar más tiempo”. Buscaron subsidios porque quieren crecer, pero no encontraron. “La gente dona materiales y trabajo. Tenemos mucho recurso humano, pero ninguno financiero”, dice Romero. Para los Payamédicos el esfuerzo vale. Los pacientes mejoran, consumen menos analgésicos y somníferos, los que están en condiciones de comer, comen mejor. Cambia el estado de ánimo, la actitud y la conducta. Se activan los recursos del paciente para su propia recuperación. Si el día fue bueno, alguien habrá logrado levantarse por primera vez de la cama después de mucho tiempo, convertido en guía turística del hospital por un payamédico. El día puede ser también triste, porque algún paciente se agrava o muere “Entonces nosotros terminamos muy mal”, admite Pellucchi, “pero pensamos que hacemos algo muy importante, y eso también nos hace vivir a nosotros”.
Y ASI DESCRIBE TARINGA A LOS PAYAMEDICOS

No usan jeringas ni estetoscopios, pero están al ladito de la cama del paciente después de una cirugía y hasta en la terapia intensiva. No ponen inyecciones, pero cubren con ternura las heridas. Bailan con los tubos de oxígeno y ponen nombre a los sueros. Y si la enfermera pide silencio, ellos cantan canciones de alegría. La entrada al hospital es tan fría como la noche afuera. La sala de la Guardia cobija la espera angustiada. En los pasillos, rumbo a las habitaciones, el silencio deambula y se cruza, de tanto en tanto, con la soledad. Pero de repente aparecen ellos, con sus guardapolvos verdes y naranjas, sus medias a rayas, sus zapatones enormes, despliegan sonrisas y visten de colores al Hospital de Gastroenterología Carlos B. Udaondo, convidando a todos con tiernas caricias. Ellos son los ‘payamédicos’, que como su nombre lo indica son: mitad payaso, mitad médico. “Una especie de binomio fantástico, dos universos diferentes que se juntan y resuenan para muchos lados. No son payasos, tampoco son médicos, son un ‘inter’. Tienen cosas de payasos y de médicos, también de psicólogos, y especialmente, de clown, pero van incluso mucho más allá de eso. Son el lugar donde se encuentran un montón de hilos: lo terapéutico, lo artístico, lo político, lo filosófico”, define el doctor José Pellucchi. Pellucchi es médico especialista en terapia intensiva, ecografista y psiquiatra, actor, director de teatro y director artístico de Payamédicos, la organización que fundó cuatro años atrás y que coordina junto a la psicóloga Andrea Romero. “Yo empecé a unir el mundo de la medicina con el mundo del arte hace muchos años. Primero fue el trabajo con Los Rivas, hacíamos teatro de prevención en el hospital Rivadavia. Aún hoy dirijo ese grupo en el Centro Cultural José Ingenieros de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Luego, en un momento yo estaba trabajando como actor con Javier Margulis, hacía una obra, Seres Leves, donde tenía personajes muy tiernos que un día comencé a ensayar frente a la cama del paciente. Más tarde vi la película Patch Adams, y decidí seguir con ello. Cuando la conocí a Andrea, que es psicóloga infantil y ha estado en Europa y ha visto payasos en hospitales de otras partes del mundo, empezamos a investigar y organizamos Payamédicos tal como es hoy”, cuenta Pellucchi. La finalidad del trabajo de Payamédicos es contribuir con la salud emocional del paciente hospitalizado, se trate de un niño o un adulto, un hombre o una mujer. El objetivo es desdramatizar el medio hospitalario demostrando, al paciente y toda persona involucrada con el lugar, que el hospital también puede ser un sitio de encuentro y de risa. Poder fomentar la fantasía y propiciar la subjetividad para que el organismo de la persona internada se ponga en funcionamiento, es otro de los fines perseguidos. Hay una instancia de entretenimiento, pero lo principal es el trabajo terapéutico. “Esto es lo que nos diferencia de otras organizaciones del mundo, recreativas, donde además son exclusivamente artistas los que hacen este tipo de trabajos y no profesionales de la salud, como es nuestro caso”, aclara el ‘doc’. Base del trabajo artístico del ‘payamédico’ es el clown, la ternura y la inocencia de los gestos, la risa calma y la alegría sencilla del artista que sin palabras emociona y divierte. “Elegimos la técnica del clown para las intervenciones porque trabajamos directamente con el paciente como espectador al que también hacemos trabajar, producir. Buscamos establecer un vínculo directo con la persona para que así también cree, deje de ser ‘paciente’, pasivo. También porque, como dice Cristina Moreira, una de mis maestras, ‘el clown tiene una ética encarnada’, eso quiere decir que es un personaje que nunca va a hacer sentir mal al espectador. Personalmente creo en la ternura, creo en desarrollar los lazos tiernos, las conexiones, los vínculos, por eso los ‘payamédicos’ somos clowns”, define Pellucchi. La propuesta de Payamédicos implica un modo particular de entender la enfermedad que incluye una manera de desentenderse de la medicina actual, del paradigma positivista. “En este punto ancla lo de desdramatizar la situación hospitalaria e incluso los elementos propios del lugar. La idea de binomio fantástico que representa la noción de ‘payamédico’ también se puede aplicar a los objetos que utilizamos en nuestra intervención. Como la ‘jeringaraca’, mitad jeringa - mitad maraca, o ‘el estetosflorio’, un estetoscopio que en vez de tener una campana como el que usamos los médicos tiene una flor, y así hay una lista larga de objetos y cosas que combinan herramientas crueles del hospital con cosas de un universo más fantástico, poético, bello. Porque esa es la idea: llevar belleza a una institución tan dura e intervencionista y hasta amenazante como es el hospital”, sintetiza el director del grupo. Reconociendo lo real y lo fantástico, lo concreto y lo mitológico que rodea a las instituciones hospitalarias, sin desmerecer los prejuicios que existen hacia médicos y hospitales, pero dentro de la misma área de trabajo, los ‘payamédicos’ despliegan adivinanzas y canciones “para que el pinchazo duela menos”. “Trabajamos desde muchos lados. Si quisiéramos explicarle a los colegas qué hacemos desde el discurso cientificista, podemos hacerlo: hay trabajos multicéntricos que comprueban que el estado de ánimo optimista sostenido mejora la evolución de las enfermedades, tanto las infecciones como las neoplasias. El sistema inmunológico tiene unas células que se llaman sistema de vigilancia inmunológica y aplastan todos los días las células neoplasias que fabricamos cotidianamente, el estado de ánimo opera directamente sobre esto, entonces, nosotros tratamos que la persona se ría, que logre alcanzar y mantener un estado de ánimo optimista. Esto no significa que tengamos vínculo alguno con la ‘risaterapia’ o cualquier otro tipo de las llamadas terapias alternativas. Payamédicos es, en todo caso, una terapia complementaria. Creemos en la medicina vigente y yo particularmente la ejerzo aunque considere que ‘se queda corta’. Tengo muchas discusiones filosóficas con la medicina vigente que parte de una filosofía cartesiana, positivista, clasificatoria, epidemiológica, estadista donde hay un montón de cosas que son meros constructos, pero así y todo creo en los fármacos, creo en los aparatos, creo en que hay que aplicarlos bien, y también que estaría bueno que toda la gente tuviera acceso a ello”, aclara Pellucchi. En un comienzo, los ‘payamédicos’ fueron sólo cuatro. Al poco tiempo, el centro José Ingenieros estallaba de médicos, estudiantes de medicina, psicólogos, psicoterapeutas, sociólogos y artistas que querían formarse como ‘payamédicos’. “Los primeros grupos eran numerosísimos, pero de noventa sólo terminaban diez. Se necesita mucho más que buena voluntad o ser un buen artista para hacer esto. Muchos se interesan en formarse pero al momento de actuar no se animan. No es lo mismo hacer teatro en una plaza o en una sala que entre pacientes con sondas, con tubos de oxígeno o en terapia; además, los vínculos que establecemos con los pacientes son fuertes, y muchas veces tienen la edad de tus padres o de tus hijos, o la tuya misma y están muy graves”. Hoy, son treinta y cinco los ‘payamédicos’ que dos veces a la semana visitan a los pacientes internados en los hospitales Udaondo y de Clínicas, y en la sala 29, de niños, del Muñiz. Bastan sus bromas y sus sonrisas ingenuas para que a esos chicos y grandes, que miran la ciudad desde la ventana de una sala de internación, el territorio del hospital les resulte de algún modo menos agresivo, menos indiferente, y entre caricias, formas mágicas, colores y mucha ternura cobre, justamente, vida. PayaFuturo

La Asociación Civil "Payamedicos" ha sido seleccionada para recibir el "Premio INADI a las Buenas Prácticas contra la Discriminación 2008"

La ceremonia de entrega se realizará el 4 de diciembre próximo a las 19hs. En el Salón Auditorio de la Cancilleria Argentina, Esmeralda 1212, 1º, sub suelo.

Cursos intensivos de un mes, Febrero 2009.

Payamédicos Práctico: lunes, miércoles y viernes en dos turnos, de 17 a 20 o de 20 a 23 hs.

Payamédicos Teórico: martes y jueves de 17 a 20 hs.

Informes: josepelluc@ciudad.com.ar

http://www.payamedicos.org.ar/peliculas/primera.html

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